7 de febrero de 2018

El conquistador del desierto

(English below)

Anuló el difusor secundario con la esperanza de obtener aunque fuera un poco más de potencia y regresó bajo la cubierta, sudando por haberse acercado tanto al depósito. A escasos metros por delante y a la izquierda, un proyectil que había llegado silbando desde sus perseguidores se estrelló hundiéndose en el lateral de una pequeña duna. Estalló con una magnífica explosión que salpicó de arena toda la cabina. Ujarak volvió la cabeza y se asomó por el borde del tanque agarrándose a la barandilla, sólo para comprobar que las huestes del Jeque de Hierro estaban cada vez más cerca. Si uno sólo de aquellos cañonazos alcanzaba a su León del Desierto podía darse por acabado, así que recordando una vez más al Nuevo Profeta regresó de un salto a los controles, recitando.

-Huye del horizonte en el que la muerte se arremolina.

Tenía que llegar hasta el inicio del Al-Dahna si quería salir con vida de aquella, así que abrió de golpe el panel del suelo que daba acceso a las tuberías principales de vapor del tanque. Un diagrama que había estado sujeto por dentro de la portezuela salió volando, pero no le hacía falta tener la hoja de referencia; para algo era el diseñador del mismo e ingeniero jefe del Jeque… aunque eso seguramente ya no sería cierto, incluso suponiendo que sobreviviera a aquel día en el que sol azotaba sin piedad. Cerró las válvulas que conducían el fluído motor a los sistemas de despeje de arena y a la grúa de la bodega de carga, asegurándose en cambio de dejar totalmente abiertas las de la dársena inferior y por supuesto, las que permitían el paso del vapor hasta las gigantescas orugas del León.

Sus perseguidores iban en lo que él mismo había bautizado como Zorros del Desierto, más pequeños y ágiles, y potencialmente mucho más rápidos. No podría mantener la huída mucho tiempo antes de que le alcanzaran, y por momentos se arrepintió de haberlos creado. Escuchó una nueva detonación a su espalda por encima del ruido del vehículo y casi por instinto viró bruscamente a un lado con aquella mole de metal. Si lo hubiera hecho en el sentido contrario, el nuevo obús hubiera impactado directamente contra el colector principal de agua, justo donde los grandes espejos concentraban la luz del sol para hacer bullir el líquido que propulsaba el aparato. Un tanque solar era realmente la única forma de transporte moderno razonable en los desiertos de Arabia, y ciertamente había permitido que el paso de los mismos pudiera hacerse con rapidez y una cierta seguridad. El Jeque de Hierro le había recompensado generosamente por sus ingenios, pero eso no le iba a salvar ahora. Sólo esperaba que Shohreh estuviera bien…

-Perdona al hombre que tiene dos caras.

Esa aleya que siempre le había resultado extraña cobraba importancia para él ahora. ¿Durante cuánto tiempo habían conseguido los dos ocultarse a ojos de todos? No importaba quién les había delatado, si un guardia, uno de los siervos eunucos o acaso otra de las concubinas,... Ujarak sólo sabía que de no ser por el mensaje que un paje del harén le había hecho llegar ese mismo día antes de despuntar el alba, probablemente ya le habrían cortado la cabeza. Había reconocido la letra de Shohreh al instante, ordenándole que huyera de los Jardines Reales lo antes posible. Su nota en un bolsillo era todo lo que le quedaba de ella ahora. Confió en que el gobernante se contentara con darle muerte a él y perdonara a su preferida. El Jeque de Hierro era un hombre demasiado orgulloso para permitir que algo así fuera conocido, razonó, y por tanto mandar ejecutar a una concubina sería algo demasiado evidente. O eso esperaba el persa. Otro versículo del Nuevo Profeta le vino a la mente.

-No envidies al orgulloso, pues nada tiene que necesites.

Shohreh y él habían sabido desde el principio que aquello era peligroso y a todas luces imposible. Y a pesar de ello… Una nueva explosión y una fuerte sacudida sacaron a Ujarak ibn Amr Soroush de su ensimismamiento. Esta vez habían alcanzado de refilón a la oruga derecha. Notó cómo el tanque, a pesar de seguir avanzando, iba escorándose hacia el lado del impacto con cada vuelta que daba la enorme cadena de hierro, que ahora tenía un más que notable agujero de borde irregular. Cada vez que pasaba por los rodillos frontales se enganchaba momentáneamente, produciendo un chirrido que no presagiaba nada bueno. Ujarak maldijo su suerte en voz alta, intentando ubicar más adelante la línea donde empezaba propiamente dicho el desierto de arena, el Al-Dahna. Si era capaz de entrar en él antes de que le detuvieran por completo o le hicieran volar por los aires, aún podría escapar, burlando a los Zorros. Una nueva mirada hacia atrás le reveló con horror que estaban a la mitad de distancia que la vez anterior. Si volvían a dispararle, le acertarían con total seguridad. Por un instante deseó que su León también estuviera equipado para atacar, pero en su momento se había negado a instalar arma alguna en él, y por un buen motivo.

-Sólo la muerte vence en la guerra.

El mantra que siempre le habían repetido sus tutores cuando estudiaba. La guerra, el conflicto, la pelea, en todas y cada una de sus formas, sólo tenía un vencedor, y éste no era otro que la muerte. Apretando la boca, decidió intentar un último recurso, uno desesperado: sobrecalentaría la caldera con la intención de ganar ventaja. Sólo tenía que forzar los espejos para que concentraran la luz más allá del punto en que era seguro; si calculaba mal, el depósito se haría pedazos sin necesidad de cañonazo alguno… y él correría la misma suerte. Tomó el control manual del colector anulando el sistema automático y mirando rápidamente al sol, ya acercándose a su cénit, ajustó la inclinación de todas las piezas plateadas para aprovechar al máximo la irradiación. La reacción fue instantánea, y el León aceleró con un ansia totalmente suicida. Y de hecho, con parte de los circuitos de vapor anulados y por tanto menos elementos que redujeran la presión, Ujarak calculó que no tendría mucho más de unos minutos antes de que la caldera hiciera explosión. Miró hacia el frente de nuevo y su cara se iluminó al distinguir su salvación: el borde de las primeras dunas del Al-Dahna se encontraba a sólo un centenar de metros, altas y brillantes; las orugas ya se habían adentrado en aquel terreno mucho más arenoso y suelto que la tierra por la que venía corriendo el tanque. El cambio del sonido que hacían al avanzar era la música más hermosa que aspiraba a oír en aquel instante. Los trenes podían valer en suelo firme, pero al siempre cambiante desierto tenía que adaptarse uno si quería que le permitiera atravesarlo con vida. Colocó el timón en posición fija hacia su libertad.

Un nuevo proyectil impactó contra el vehículo, esta vez destrozando por completo las piezas de la oruga izquierda y provocando la detención casi inmediata, mientras los rodillos seguían girando en vano, gimiendo contra el metal encallado en la arena. Con uno de los lados tractores totalmente inutilizado, el León del Desierto quedó definitivamente encallado y sin posibilidad de moverse. Los Zorros se detuvieron, algunos a corta distancia, con la intención de abordar el tanque y apresar a Soroush. En cuanto el primero de los guardias subió a la cabina, incapaz de aguantar un segundo más la presión de todo aquel vapor que ya ni siquiera podía desahogarse moviendo sus motores, la gran caldera bajo espejos cóncavos hizo explosión. Con un gran surtidor de vapor, agua a presión y arena, los restos maltrechos de la joya del taller de los Jardines Reales de Arabia emitieron su rugido final, llevándose consigo a varios de los tanques ligeros y dejando sólo dos de ellos intactos. Los guardias supervivientes contemplaron sobrecogidos aquella estruendosa despedida, regresando al poco ante su amo con la noticia de la muerte de aquel que había deshonrado a su concubina. El Jeque de Hierro estaría complacido.

Desde más allá de la primera duna, Ujarak contemplaba la escena. Satisfecho, recitó otro pasaje del Nuevo Profeta.

-Que una ilusión sea tu mejor escudo.

Plegó las asas del periscopio y regresó a los mandos del Topo del Desierto. Hubiera preferido probarlo antes, pero la situación no le había dejado más elección… Sacó de su bolsillo la nota de su amada, agradeciendo a Shohreh que le hubiera salvado la vida y despidiéndose de ella en silencio. Tras acercársela para oler su perfume una última vez, puso rumbo al Mar de Persia, con la esperanza de volver a casa. Ronroneando, el pequeño sumergible de arena obedeció, dejando a su paso una suave cresta en la arena que se confundía con las demás ondulaciones del paisaje, y una discreta nube de humo gris que el viento se encargaba de disipar, como si el propio desierto protegiera a aquel que había conseguido entenderle.



The conqueror of the desert

He nullified the secondary diffuser in hopes that it would get him a little more power, and then came back to the deck, sweating for the proximity to the boiler. Just a few meters ahead and to the left, a projectile that came whistling from his pursuers crashed into the side of a small dune. It blew up with a magnificent explosion that sprayed the whole cabin with sand. Ujarak turned his head and leaned out of the side of the tank, grabbing the handrail, only to realize that the troops sent by the Iron Sheik were coming closer and closer. If only one of those cannon shots hit his Lion of the Desert, he could consider himself finished, so remembering once again the New Prophet, he turned back to the controls, reciting.

-Flee the horizon in which death swarms.

He had to reach the beginning of the Al-Dahna if he wanted to come out alive, so he threw open the floor panel that gave access to the main steam pipes of the tank. A diagram that had been on the inside of the small door flew out, but he didn’t need the reference sheet anyway; he was, after all, its designer and the Sheik’s chief engineer… although that wasn’t true anymore, probably, even supposing he survived that day and its unforgiving Sun. He closed the valves that led the motor fluid to the sand blowing systems and the rear side crane, ensuring on the other hand that those leading to the lower deck bay were fully open, as well as the steam valves to the giant caterpillar wheels of the Lion.

His pursuers used what he himself had baptised as Foxes of the Desert, smaller and swifter, potentially a lot faster. He could not keep the flight up for long before they reached him, and, though briefly, he regretted having created them. Over his own vehicle’s rumble, he listened to a new detonation behind, and almost instinctively he turned to the side with the metal behemoth. Had he turned to the other side, a new shell would have impacted directly on the water collector on which the great curved mirrors concentrated the Sun’s light to boil the liquid that propelled the device. A solar tank was really the only proper, modern mean of transportation through the deserts of Arabia, and certainly it had allowed their crossing to be done quickly and with a measure of security. The Iron Sheik had rewarded him generously for his inventions, but that would not save him now. He could only hope for Shohreh to be all safe…

-Forgive the man that has but two faces.

That ayah he had never understood started to make sense to him now. How long had they managed to remain hidden under everyone’s noses? It didn’t matter who had given them away, be it a guard, a eunuch or one of the other concubines,... Ujarak knew that, had it not been for the message delivered by a young servant that same day before dawn, probably his head would have been chopped off by now. He had recognised Shohreh’s handwriting on sight, ordering him to flee the Royal Gardens as soon as possible. Her note in a pocket was all he had left from her. He hoped that the ruler would settle just by killing him and would forgive his favourite one. The Iron Sheik was a man too proud to allow something like this to be publicly known, he reasoned, and so ordering a concubine executed should be too obvious. Or at least that was what he hoped. Another verse of the New Prophet came to his mind.

-Envy not the proud man, for you need nothing he has.

Shohreh and he had known from the beginning how dangerous and plainly impossible their love was. And despite that… A new explosion and a strong shake brought Ujarak ibn Amr Soroush back from his self-absorption. This time, they had hit slightly the right side caterpillar. He noticed how the tank, though still advancing, veered to the impact’s side with each turn of the enormous iron chain, which now had a significant hole with irregular borders. Each time it passed through the front rollers it got caught a bit, momentarily, making a sound that foretold nothing good. Ujarak cursed his luck, trying to spot ahead the line where the sand desert started properly, the Al-Dahna. If he managed to enter it before they stopped him completely or blew him up, he could still escape, evading the Foxes. A new look back revealed to him with horror that they were at half the distance than the previous time. If they shot again, the would not miss. Briefly, he wished he had equipped the Lion with weapons,  but at the moment he had refused to, and for good reason.

-Death is the winner in any war.

The mantra his tutors had always insisted on while he was studying. War, conflict, fight, each and any of its forms, had no other victor than death itself. Tightening his mouth, he went for a last resource, a desperate one: to overheat the boiler trying to obtain some advantage. He only had to force the mirrors to concentrate the Sun beyond the safe point; if he miscalculated, the deposit would blow up with no need for a cannon shot… and he would go down with it. He took manual control of the collector disabling the automatic system, and with a quick glimpse at the Sun, almost at its zenith, set the silvery pieces’ angles to maximize their output. The reaction was immediate and the Lion sped up with suicidal eagerness. And as a matter of fact, with part of the steam circuits bypassed and therefore with much less elements to relieve the pressure, Ujarak estimated that the boiler would blow up in a few minutes at most. Looking ahead again, his face brightened when he distinguished his salvation: the border of the first dunes of the Al-Dahna were only a mere hundred meters, tall and shiny; the caterpillar wheels were already on the sandy terrain, much more loose that what he had left behind the tank. The change in the sound produced by the vehicle was the most marvelous music he could have hoped for at that moment. Trains could work properly on firm ground, but the always changing desert demanded people to adapt to it if they wanted safe pass. He set the helm fixed, right to his freedom.

A new projectile impacted the vehicle, this time shattering completely the pieces of the left side caterpillar and forcing an almost instant stop, while the rollers kept turning in vain, screeching against the metal, stuck in the sand. With a side totally useless, the Lion of the Desert became run aground for good, unable to move anymore. The Foxes stopped, some of them up close, the soldiers intending to board and catch Soroush. When the first of them stepped on deck, unable to hold any more the pressure of all the water vapour that not even the wheels blew off now, the big boiler under the curved mirrors blew up. With a huge plume of steam, pressured water and sand, the torn apart hull, once the jewel of the Royal Gardens’ workshops, threw its final roar, taking with it several of the light tanks, leaving only two intact. The surviving guards watched startled the thundering farewell, going back a short time after to their master with news of the death of the one who had dishonoured his concubine. The Iron Sheik would be pleased.

From beyond the first dune, Ujarak watched the scene. Satisfied, he quoted another passage of the New Prophet.

-May you hide under aegis of mirage.

He folded the periscope and returned to the controls of his Mole of the Desert. He would have prefered to test it beforehand but he had had no other choice… He picked the note of his beloved from a pocket, thanking Shohreh for saving his life and bidding farewell to her silently. Bringing it close, he smelled her perfume one last time, then set course for the Sea of Persia, hoping to go back home. Purring, the small sand diver obeyed, leaving behind a track so smooth that it blended into the waves of the landscape, and a slight smoke cloud that the wind cleared, as if the desert itself wanted to protect he who had come to understand it.

14 de enero de 2018

M006 - Aprendiendo a volar

Esto ha estado parado, ¿no? No en realidad, sólo he estado dedicando los últimos meses a otra parte del proyecto que hoy ya puedo poner por aquí. Junto con Cecilia (Ilustre Zurda), estoy adaptando algunas de mis historia a un cómic dibujado por ella. Es algo en lo que llevamos trabajando cerca de un año, y tras este tiempo vamos a empezar a darle difusión. Aún nos queda sin embargo bastante trabajo, pero es algo que nos ilusiona, así que vamos a ponerle todo nuestro empeño.

En paralelo, acabamos de inaugurar una página en Patreon, una plataforma donde se puede dar apoyo a creadores de todo tipo para ayudarles a seguir haciendo su labor; por sólo 1$ al mes los que se animen a ser nuestros mecenas tendrán acceso a todo tipo de contenidos (anticipados o exclusivos) que iremos creando, tanto gráficos como literarios. Aprovecharemos también para poner un diario del avance del cómic allí. Tanto si os interesa esto como si no, muchas gracias por seguirnos, nuestro trabajo sólo tiene sentido si le gusta a la gente.

Mirad que retratos se ha currado Cecilia T_T

8 de diciembre de 2017

Caballos de vapor

Eminencias del Comité Censor,

Escribo esta carta para interceder en favor de una de las más brillantes alumnas de la institución que presido por designio de la Corona. Han de saber ustedes que la señorita Caballero ha obtenido las mejores calificaciones en todas las asignaturas de automática desde su ingreso hace cuatro años. Proviene de una familia humilde y como tantas otras de nuestras internas fue identificada por sus dotes durante su formación elemental por la Misión Educativa de la Orden de Jesús, también dependiente del Comité.

El talento de Felipa ha supuesto una agradable sorpresa para nosotras tanto como para ustedes, entendemos. Aceptamos su desarrollo de un caballo autómata como un hito de calado para el país, y respetamos la decisión del Comité de requisar los planos como bien de interés nacional de cara a ponerlo al servicio de la ciudadanía. Ahora bien.

Han de saber no obstante que la señorita Caballero no tenía en mente el uso de su obra con el fin de sustituir a ninguna noble raza equina en las labores de tiro o de fuerza. Es de toda lógica que nunca se alcanzaría el mismo nivel de eficiencia que empleando, para labores similares, las bestias de la Creación. Su intención al replicar en forma y comportamiento a estos animales fue la de experimentar con la emulación de una consciencia no humana como parte de un proyecto personal tutorizado por mí misma. Afortunadamente vivimos en tiempos modernos y esto ya no se consideraría una herejía, o al menos esa es mi esperanza, eminencias, más que quizá en las estepas de Oriente donde los caballos conservan una posición ritual muy arraigada.

Al margen de la simulación, Felipa decidió dotar de libertad a su “caballo de vapor”, nombre que afectuosamente sus compañeras le asignaron, pretendiendo hacer un juego de palabras, a pesar de que el autómata funciona, como es de rigor, mediante un mecanismo de cuerda. Éste no aceptará ningún tipo de bozal o brida, ni tirará de un carro o un arado. La señorita Caballero eligió como modelo de comportamiento a los caballos salvajes, y no les recomendaría que trataran siquiera de ensillarlo.

El ejemplar que ha sido requisado, por el momento el único construido, había pasado todas las fases de pruebas físicas y lógicas. Sus especialistas de la Academias de Técnicas Aplicadas podrán verificar la existencia de un proceso de consciencia artificial corriendo en la matriz de platino de Rocinante tan pronto lo reactiven. Espero sin embargo que mi carta llegue antes de que lo intenten, puesto que han de saber que éste ha formado un vínculo fuerte con Felipa y sin su presencia es posible que no logren controlarlo sin sufrir daños, lo cual ciertamente sería una lástima, por el caballo y por los encargados de reactivarlo, por supuesto.

Por ello en su lugar solicito la devolución del autómata y la apertura de un proceso de adecuación de cara a simplificar los diseños en su haber actualmente. Sería un reto para las alumnas de segundo curso de la siguiente promoción de automática desarrollar una nueva versión que mejor pudiera servir al pueblo, sin la profundidad de carácter mencionada y un enfoque más funcional que la actual, la cual ruego que consideren una curiosidad académica. Por supuesto, espero para ello una generosa dotación económica para financiar la colaboración, siguiendo el espíritu de las últimas leyes en materia científica promulgadas por Su Majestad el Rey.

Sepan también que en ningún momento ha sido intención del Colegio ocultar la existencia de este proyecto al Comité Censor en su labor de catalogación e identificación de tecnología potencialmente útil para el Imperio. A su debido tiempo hubieran sido debidamente notificados, y lamentamos que la información les haya llegado a modo de filtración, dando a entender un mal interés o deslealtad alguna. Más bien al contrario, desde la institución que presido les agradecemos a los miembros de la Orden de Jesús que constantemente encuentren, por todo el territorio, a nuevas potenciales alumnas que ayuden a llevar tan relevantes materias como las que aquí enseñamos a nuevas cimas, elevando con ellas, esperamos, el prestigio de la nación.

Teniéndoles en mis oraciones, un atento saludo,

Lucía Montalvo
Directora del Real Colegio de Ciencias Exactas
Paseo del Imperio Ibérico
Madrid

23 de septiembre de 2017

M005 - El tiempo es el que es

El relato de esta semana es el que presenté al concurso de relatos cortos de la ESC de este año de Steampunk Madrid, la III Feria Retrofuturista de Madrid, que este año tenía temática de viajes de el tiempo, y por tanto también los relatos presentados. No resultó ganador frente a los otros presentados (que podéis ver en esta entrada del blog de SPM), los cuales os recomiendo leer, particularmente el vencedor del compañero Antonio Torrico.

Para los que ya conozcan lo que llevo escrito, los viajes en el tiempo existen en mi mundo, mostrados de momento con la línea de Jorgen Knudsen y personajes asociados. Curiosamente, Jorgen apareció hace un año, cuando en la ESC anterior hubo un concurso de microrelato. Escribí un texto de 300 palabras que finalmente decidí no presentar a concurso, Información privilegiada, pero acabó convirtiéndose en el epílogo de Investigaciones inconclusas, que aquí se reaprovecha todo. En ese primer texto no tenía ni nombre, pero ya estaba pensado y también a grandes rasgos su historia, cuando en El valedor de acero se habla del físico del Consejo desaparecido en circunstancias misteriosas.

Escribir Sal y pimienta me ha valido para explorar la dinámica entre nieto y abuelo de ambos personajes, que se esboza en Investigaciones inconclusas, pero también el hecho de que la concepción de los viajes en el tiempo que empleo es la de “la historia no puede alterarse”. En la mayor parte de ficciones, lo contrario suele funcionar mejor, como nos demuestra cierto Ministerio patrio, y se suele reservar la del pasado inalterable cuando se quiere dar más fuerza a la historia y sus implicaciones que al hecho del viaje en el tiempo sus consecuencias sobre la realidad y los personajes. No es lo mismo mandar a alguien al pasado y describir cómo altera eso el transcurso de la historia, que enviar a alguien al pasado y explicar que en realidad está cumpliendo lo que debería pasar inevitablemente. Pienso además que jugar con las lagunas de los personajes (y los lectores) es más satisfactorio que dar carta blanca para alterar la historia, y de la misma manera, cuando un personaje dispone de información selecta para usar en su propio beneficio, eso no necesariamente hace la historia menos interesante, como intento transmitir con este relato. Y ya de paso, me sirve para ir picando con la vida de Klaus, que ha sido de todo menos aburrida, y eso que apenas la tengo esbozada.

Estoy empezando a explorar Madrid. El de este mundo, claro. La pregunta más difícil que tengo que plantearme ahora es... ¿cómo hubiera afectado a España llevar 300 años junto a Portugal? Porque influencia cruzada hubiera habido necesariamente, si desde 1580 pasara a estar bajo Felipe II, pero no se perdiera esa unión bajo Felipe IV en 1640, sino que en pleno siglo XIX siguieran unidas. Creo que es una idea que he expresado de palabra más de una vez pero nunca por escrito (salvo en la página de "Sobre la obra y el autor" del blog, y sólo de pasada) Tampoco ha salido en ningún relato; en este mundo Felipe IV se las apañó para retener Portugal bajo su mando haciendo una serie de concesiones que permitieron continuar con la unión. Entre muchas otras, pasó a conocerse al reino como Imperio Ibérico, en lugar de Imperio Español, con posesiones en ultramar que equivalen a Centroamérica, porciones de África, y asentamientos dispersos en el Índico y Oceanía. Y por otra, forzó a que el rey de Madrid siempre se tuviera que casar con una noble portuguesa, con lo que acabó de un plumazo con el problema clásico de la endogamia (que en nuestra realidad tristemente daría al traste con su propia casa real sin ir más lejos en su hijo, Carlos II en Hechizado) Es una solución incluso elegante, si se me permite decirlo, para cambiar la historia cómodamente sin alterar más que una cosa. Pero bueno, no todo van a ser sesudas reflexiones político-sociales en una ucronía. También hay que darle a este otro Madrid una idiosincrasia especial, algo que le distinga del resto de ciudades de su época y mundo, y alguna idea tengo ya. Por el momento, sólo diré que un Madrid steampunk sin su metro estaría incompleto, aunque en la realidad éste no llegara hasta el siglo XX. Pero en el steampunk, ya se sabe, no hay nada imposible.

20 de septiembre de 2017

Sal y pimienta

El reloj en forma de locomotora tintineaba sobre la mesa y movía las ruedas marcando los segundos con el vaivén de la biela que las unía. Uno de los sirvientes mecánicos esperaba paciente detrás de su butaca, mientras que el otro se encontraba junto a la silla de su abuelo. Aunque ahora Jorgen ya no estaba seguro de cómo referirse a él.

El hombre hizo avanzar uno de los alfiles con su mano manchada por la edad. Una fina cicatriz clara la cruzaba desde la base del índice hasta casi la muñeca. Éste le había sugerido una partida de ajedrez nada más aparecer en el estudio de la mansión familiar y apenas se había mostrado sorprendido por su visita de improviso. Claro, ¿por qué habría de estarlo?

-Si te apetecía charlar no hacía falta que vinieras hasta aquí. Pronto iré a Praga, me gusta más para pasar el invierno. Podríamos haber quedado allí, está más cerca. - El dirigible biplaza que había tomado hasta tierras danesas se veía a lo lejos por la ventana, anclado en los terrenos frente a la casa. Varios de los autómatas del hangar se encargaban aún de su repostaje y puesta a punto sin necesidad de supervisor alguno que les dirigiera. - ¿Qué es lo que te preocupa tanto como para haber venido con semejante prisa?

-Nunca me llegaste a decir cómo te hiciste la herida en la mano. - El joven levantó su diestra vendada. - Ahora ya lo sé.

-La verdad es que empezaba a pensar que este día no llegaría nunca - Klaus suspiró con melancolía. - Pero era inevitable, me temo. - Una sonrisa débil asomó en sus ojos y bajo su barba, la cual acarició.

Jorgen miró a su abuelo en silencio, apretando la boca. Echó mano a un caballo, llegó a sostenerlo entre sus dedos, pero lo depositó de nuevo donde estaba.

-¿Qué sentido tiene esto? Ya sabrías qué jugada voy a hacer. - Había un punto de rencor en su voz, un reproche reprimido que no se atrevía a lanzar.

-Afortunadamente mi memoria no es perfecta. Son muchos años, y los detalles se difuminan con rapidez.

-Pero ya sabes qué va a pasar. Sabías que iba a venir. Y que jugaríamos esta partida. - Resopló, echándose hacia atrás y alzando los brazos en gesto de impotencia. - Las ecuaciones son claras, la historia es lineal, no se puede alterar... diablos, incluso sabes qué pasará después, cuando me vaya de aquí, cuando salte atrás. A dónde iré, a quién conoceré,... ¿qué sentido tiene? - Repitió Jorgen.

Para sorpresa del chico, Klaus Knudsen se puso repentinamente serio, firme en su asiento, como si hubiera dicho algo totalmente inadecuado y estuviera a punto de reprenderle igual que cuando era pequeño.

-Todo. La historia no es algo que se pueda ver desde fuera, ni siquiera algo que deba intentarse comprender como si fuera un proceso físico. La historia son las casualidades, los actos individuales de la gente, las consecuencias de causas que nadie conoce, las respuestas a preguntas que nadie ha formulado. Negar eso es negarnos a nosotros mismos como personas.

-¡Pero si ya está escrito! Toda mi vida, la tuya, - tragó saliva - la nuestra. Desde que me recogiste en la calle. No, desde antes. Desde… ¿cuándo será? ¿En qué momento seré tu?

-Ah, la curiosidad. - El viejo marcó una mueca. - ¿No dices que no tiene sentido? ¿Entonces por qué te interesa saberlo?

Sin darle tiempo a replicar, Klaus se levantó. Cogiéndole servicial por el brazo, uno de sus autómatas le ayudó a caminar, algo que en público trataba de evitar, como bien sabía Jorgen. La imagen dada era importante para alguien de la fama de su abuelo. El empresario llegó hasta la pared cercana y se plantó ante el antiguo retrato en el que aparecía con su esposa, muchos años atrás. Él le siguió, contemplando el cuadro por primera vez con algo más que diversión por el evidente parecido. Sus ojos se fijaron en aquella versión tan joven de ambos, y donde estaba su abuela, a la que apenas recordaba, vio a la mujer con la que un día se casaría él mismo.

-Siempre me dijiste que me sacaste de las calles y me adoptaste porque me parecía a tus hijos. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que quizá mi padre era alguno de ellos con... otra mujer, pero no me lo queríais decir por la vergüenza de reconocerlo.

-¿Qué más da el parentesco o el origen? Has sido mi nieto desde entonces sin importar nada más.

-Sí, lo sé. - Nunca había sido tratado como otra cosa, desde el principio había sido parte de una familia, que con sus más y sus menos, como todas, le había dado no sólo la mejor educación que podía permitirse, sino el hogar que en la calle no hubiera conocido de ninguna forma. - Pero ahora, sabiendo lo que sé siento que toda mi vida ha sido como un teatro de marionetas, que nunca he tenido ninguna opción real de elegir nada, entiéndelo… Supongo que la idea ha estado en mi mente desde que empecé a investigar. Me he negado a prestarle oídos todo este tiempo, pero cuando ayer me herí en el laboratorio - levantó la mano, comprobando que en algún momento la había apretado hasta manchar la venda limpia de nuevo - de repente ya no pude seguir evitando más la pregunta. - Dejó caer los hombros y apartó la mirada de su abuelo. - ¿De qué sirve seguir? ¿Qué capacidad tengo de decidir ya nada en lo que me queda de vida?

-¿Cómo conocí a la abuela?

-¿Qué? No lo sé. Nunca me lo has contado.

-Ah. ¿Cómo les obtuve a ellos? - Señaló con un ademán a los silenciosos autómatas. - Los primeros Helm y Kiel que tuve, me refiero.

-No lo sé. - Repitió. Luego recordó algo. - Una vez me dijiste que fueron un regalo.

-Ajá. ¿De quién?

-No me lo quisiste decir…

-Así es. Igual que tampoco cómo hice muchos de mis amigos, - empezó a enumerar con los finos dedos - cómo fueron mis primeros negocios, qué socios me traicionaron, o cuántas veces he estado a punto de morir, - abrió mucho los ojos al oírlo - ni cuándo, ni cómo. - El chico no contestó. No había oído a su abuelo hablar con esa intensidad y dureza nunca, pero rápidamente fueron reemplazadas por la calidez habitual. - La mayor parte de la gente sólo tiene una certeza en su vida, y es que tarde o temprano va a morir. Tú tienes más información que el resto, es cierto, pero si piensas que eso hará tu existencia menos interesante estás muy equivocado, Jorgen. - Le puso una mano en el hombro, apretando levemente, como tantas veces había hecho cuando era niño. - Eso hará las cosas más fáciles a veces, otras tantas será una carga con la que tendrás que avanzar, pero que eso no empañe la realidad: tienes una vida por delante y eres el único que la escribe. Ni yo, ni las leyes de la física, ni unas ideas abstractas como el tiempo, el destino o la historia. Sólo tú.

Cuando encaró de nuevo a su abuelo sólo pudo hacerlo con el mismo cariño con que siempre le había correspondido, consciente de que una vez más sólo quería lo mejor para él.

-Me has ocultado todas esas cosas deliberadamente, ¿verdad? Para que no las supiera. ¿Para que… pudiera elegir?

-Un exceso de información puede bloquear a cualquiera. - Alzó un dedo y una ceja. - La suficiente en cambio es como un buen aliño, hace que todo tenga más sabor sin llegar a ocultar el del plato al que acompañan. - Luego se rió por la metáfora, pero al poco recuperó el aire menos jovial del principio, anticipándose a Jorgen.

Éste intentó un par de veces preguntar la más dolorosa de las cuestiones que traía consigo hasta que lo logró. Aún así, su voz tembló algo.

-¿Te volveré a ver?

El reloj marcó la hora con varios pitidos de su pequeño silbato. Klaus meneó la cabeza, triste, y su nieto le abrazó con fuerza.

-Gracias abuelo. Muchas gracias. - Éste le devolvió el abrazo, y ambos prolongaron la despedida unos segundos más antes de separarse, aunque reticentes.

-Eso me recuerda… - Y metió una mano en el bolsillo del chaleco para sacar una libretita encuadernada en cuero con un cierre de broche el cual Jorgen soltó nada más recibirla.

-¿Qué...? - Pero antes de acabar la frase comprobó que eran valores de acciones en bolsa, subidas y bajadas de precios de materias primas, empresas en las que invertir y el momento adecuado para hacerlo… a lo largo del último medio siglo y a lo ancho de todo el mundo. Al alzar con brusquedad la cabeza descubrió el gesto de complicidad de su abuelo mientras sazonaba un plato invisible.

-Un poco de sal, una pizca de pimienta,...

16 de septiembre de 2017

M004 - El conceto es el conceto

El relato de esta semana mereció la pena ya por una única cosa, que es acuñar el término abrazapulpos para definir a un amante de los krakens. La historia además fue de las que más espontáneas me han venido, como fruto de una conversación con varios compañeros de Steampunk Madrid al hilo de los krakens en el steampunk. Y pensé, "¿un grupo de ecoterroristas que atacan un barco de caza y son luego arrastrados a las profundidades por un kraken? Sí, totalmente, tengo que escribir eso." Y ya de paso podía sacar de nuevo a Cespari, la redactora de aquella solicitud de inversión.

Pero lo primero que pensé es en sacarlo como una nota de prensa, y eso es responsabilidad del departamento de Relaciones Públicas. Así que empecé a imaginar la escena donde se escribe la nota de prensa, edulcorando un acontecimiento tan trágico como un ataque de kraken. Y ya después de haberlo escrito me dí cuenta de que Cristina Souto, que por supuesto es gallega (la segunda ciudadana ibérica que sale en este mundo, junto a Verónica Arrieta), dice aquello de "error de concepto"... y me acordé una película que es de las pocas españolas que disfruto cada vez que la veo, Airbag, y de Pazos, ese mafioso gallego que dice aquello de "el conceto es el conceto".

El relato hace una crítica nada velada a los fanáticos ecologistas en clave de humor, llevando al extremo las actuaciones de algunos (pocos, y lo puntualizo) y sus trágicas consecuencias en este mundo donde lo más peligroso del mar no son las tormentas o los tiburones, sino unos bichos enormes llenos de tentáculos y mala leche. Y no, ni son naturalmente pacíficos ni empatizan con los humanos, y esta gente de la PPK lo descubre en primera fila, pobres ingenuos. Las reflexiones que eso genere os las dejo a vosotros. Lo cual me recuerda que sí, que la escena del B1 atrapando entero al Furioso y hundiéndolo está inspirada por Piratas del Caribe, no sea que alguien me acuse de plagio. Y último detalle, Maark Joensen (el chico que decide que cazar krakens igual no es lo suyo) es el hermano menor de Niels Joensen, que aparece en Aire y agua.

13 de septiembre de 2017

Un error de concepto

Selminne Cespari no estaba teniendo un buen día. No hacía más que dar vueltas por su despacho mientras los demás la observaban en silencio. Al otro lado del alto ventanal reforzado, la gente de Krakensport se refugiaba del clima lluvioso tan típico de las Islas Feroe en esa época del año.

-No nos basta con perder barcos a manos de las presas, no, - sin mirar a nadie en concreto, agitó todos los dedos en un movimiento reflejo al referirse a los tentáculos, una costumbre extendida entre muchos empleados, como una superstición - sino que ahora también tenemos en escena a un grupo de ecologistas radicales para facilitarles el trabajo.

-Se hacen llamar Plataforma Pro Kraken, Minne. - Desde su cómoda butaca en un lateral de la estancia, Cristina Souto dió un sorbo a su sempiterno café, que formaba ya parte de su imagen: cada vez que alguien iba al departamento de Relaciones Públicas, allí estaba ella con su taza humeante.

-¿Qué más sabemos de esos locos?

-Otros oficiales comentan desde hace meses que han divisado su pequeña flota siguiéndoles en la lejanía. - El fornido marino de poblado bigote retorcía en sus manazas el gorro de lana con el que solía cubrir su calva. - A veces se acercan con pancartas, otras veces gritan por megáfonos, pero nunca se habían atrevido a tanto.

-No había salido en ninguno de los informes periódicos. - La mirada furibunda que les dirigió al capitán y su joven tripulante les hizo hundirse en sus asientos. - ¿Por qué?

-Si me disculpan - intervino Souto, tratando de relajar el ambiente - voy a empezar a redactar la nota de prensa. - Pulsó un botón en su autómata escribano, a efectos prácticos una máquina de escribir con orejas, e inició su relato:
El pasado 3 de mayo el navío de nombre Furioso de la Compañía del Atlántico Norte sufrió un abordaje hostil por parte de un grupo autodenominado Plataforma Pro Kraken, que exigieron detener inmediatamente las labores de pesca habituales.
El texto empezó a aparecer por una rendija a la vez que el dispositivo montado en un soporte con ruedas traqueteaba y tintineaba.

-Mis hombres se resistieron con fiereza, señora directora, pero una vez que amenazaron con hundir el buque con los cañones de sus interceptores yo mismo di la orden de deponer las armas... - No parecía orgulloso de lo que había hecho en absoluto, y demostraba ser consciente de la fama de la responsable de Recursos Humanos de la Compañía, por lo que intentaba aplacarla todo lo posible. Era llamativo ver al hombretón encogerse frente a la menuda mujer de pelo castaño y anteojos estrechos.

La jefa de Relaciones Públicas retomó el dictado:
El colectivo, dedicado a la supuesta protección de los krakens como especie, amenazó a los empleados de la Compañía con todo el potencial de fuego de sus barcos, obligando al capitán del navío a ceder el mismo para salvar la vida de los tripulantes. Todos ellos fueron obligados a abandonar el Furioso en los aerobotes de salvamento.
-Y eso me parece la mejor respuesta posible, capitán Haraldsson. - Alzó una mano para cortar las excusas del hombre. - Desde la Compañía no se puede poner tacha alguna a su actuación, sólo lamentar la pérdida del Furioso.

-Le tenía cariño a ese barco… - El capitán dejó la frase en el aire.

-Lo importante es que ningún empleado resultó herido en el incidente, Minne. - Replicó Souto, incidiendo en la reputación de la empresa. Aprovechó para dar otro sorbo a su taza a la vez que se apartaba un rizo dorado de la frente.

-Sí, por supuesto. - Pero siguió dando paseos de un lado para otro por el despacho, como una tigresa enjaulada.

Un trueno lejano llegó desde el exterior, aunque no habían visto ningún destello. El muchacho que acompañaba al veterano cazador se sobresaltó en la silla. Maark Joensen, creyó recordar la directora, una incorporación reciente. Parecía haber quedado afectado por el incidente, aunque tampoco podía culparle, ver a un kraken en toda su gloria en su primer día a bordo… contemplar la muerte tan de cerca podría traumatizar a cualquier feroense adulto a pesar de haber crecido en islas rodeadas de ellos, más aún a un chaval impresionable.

-Menudo puñado de imbéciles, - soltó Cespari tras detenerse de espaldas a la lluvia - ¿qué demonios se piensan que son los krakens, delfines que acompañan alegremente a los barcos, ballenas que salen a respirar a la superficie? Son bestias salvajes y agresivas que sólo emergen para cazar. Como si lo viera, seguro que son todos jóvenes idealistas que no han vivido la época del terror en el mar.

Cristina Souto sonrió al imaginar cómo embellecer aquellas palabras:
Aún admirando el arrojo de los secuestradores y el apego por sus convicciones, esta Compañía quiere incidir en la peligrosidad de su labor para sus empleados, y recordar que hasta la aparición de las tecnologías modernas, el mero tránsito del Atlántico era una empresa riesgosa en grado sumo.
La principal redactora de noticias de la CAN se detuvo y les miró expectante, levantando el dedo del pulsador. Luego preguntó, con curiosidad:

-¿El barco tenía los acumuladores cargados por si acaso, no? ¿Les avisaron, verdad?

-Por supuesto, y aquí el chico se lo podrá confirmar, partió en el último bote conmigo. - El aprendiz asintió rápidamente, ansioso por aportar algo a la reunión. - Pero el líder de esos rufianes insistió en que bajo ningún concepto iban a atentar contra un kraken.

-Así es, directora. - La voz del joven sonaba nerviosa, pues apenas había transcurrido una jornada desde el encuentro y aún estaba parcialmente en estado de choque. - El capitán Haraldsson les advirtió en repetidas ocasiones que estábamos en una zona peligrosa y que ya se habían lanzado los señuelos de caza.

-¡Dijeron que a ellos no les harían nada los krakens! Chiflados de secano… lunáticos todos, se lo aseguro.

-El que los dirigía aseguró que los krakens saben diferenciar amigos de enemigos. - Puntualizó Joensen.

-¿En serio? - Cespari les miraba como si acabaran de cruzar a nado el océano con un sólo brazo mientras cantaban ópera. - Están peor de lo que pensaba.
Los asaltantes quedaron al mando del navío, negándose a emplear el instrumental a bordo para asegurar la integridad del mismo, algo que desde la Compañía se rechaza completamente por temerario.
-¿Están seguros entonces de que no quedó ningún superviviente?

-Ni por asomo, imposible, era un Bestial de los grandes. - Haraldsson negó, y el chico le secundó enfáticamente. - Agarró el barco por tantos sitios a la vez que lo sumergió entero, sin romperlo. Vimos perfectamente todo desde el aire. No hay manera de que nadie escapara la succión que eso genera al descender. Y si lo hizo, quedó flotando en mitad del océano, que estando a 250 kilómetros de las islas como estábamos es una condena segura.

Cespari entendía perfectamente la reacción del muchacho, debió ser una visión espantosa.
La Compañía del Atlántico Norte lamenta el destino de los miembros del colectivo PPK (Plataforma Pro Kraken), que después de expulsar del barco a toda su tripulación original, sufrió el ataque de un kraken de clase B1. Los esfuerzos de salvamento de la CAN no permitieron recuperar ningún cuerpo o superviviente.
Hizo una pausa antes de proseguir. Todos eran conscientes de que la expedición de rescate lanzada de inmediato no había estado destinada a salvar a los poco probables supervivientes, sino a recuperar todo lo posible del naufragio.
Se lamenta igualmente el triste error de concepto demostrado al pensar que los krakens puedan discriminar las intenciones de los humanos con los que se encuentran. La CAN confía en que esto sirva de muestra del comportamiento real de estas peligrosas bestias marinas en futuros debates al respecto.
-Es suficiente, Cristina. - Miró resignada a la otra antes de dirigirse a los testigos. - Pueden marcharse, Capitán. Descansen, usted y toda su tripulación. En los próximos días les asignarán otro buque para retomar las expediciones lo antes posible. - No le pasó por alto la reacción del novato, que se quedó blanco. Tampoco le sorprendió que permaneciera en la silla aún cuando el veterano ya se había levantado y despedido de ambas, dando por sentado que el aprendiz le seguiría en breve.

-¿Señor Joensen? - La redactora le preguntó con educación, sosteniendo la ardiente taza sobre su platillo.

-¿Tiene algo más que contar sobre el incidente?

-Yo… - Pero no levantó la vista de sus pies.

Cristina miró a la directora con una sonrisa amable, como pidiéndole permiso para lo que iba a decir.

-Sospecho que este joven se sentiría más confortable y comprometido con la Compañía en un puesto más… administrativo.

-¿Hay de eso? - Alzó la mirada esperanzado.

-Pero estaría usted muy lejos del mar, señor Joensen. - Cespari le miró severa. - ¿No se alistó deseando surcar las olas?

-Bueno, yo…

-Creo que ha tenido una revelación esta mañana, Minne, y ahora tiene más clara su vocación. Un cambio de rumbo, me atrevería a decir.

El muchacho asintió vehemente, confirmando las palabras de la mujer.

-Está bien - concedió la otra - dígale al secretario cuando salga, el de la mesa grande, que he dado orden de que le coloque en tramitación de pedidos.

-¡Gracias, señora directora! - Y con una reverencia se marchó a la carrera, cerrando la puerta tras de sí con cuidado en el último momento.

Ambas se miraron y suspiraron. Ya eran muchos años juntas en la empresa, muchas situaciones como aquélla.

-Cada vez cuesta más encontrar personal cualificado y con buena disposición, Cris… - Reprochó Cespari, cansada. - No podemos hacer eso con todos, no es sostenible.

-¿No hablamos siempre de la promoción personal y las posibilidades de rotación en nuestros anuncios de selección? - Soltó una risita baja, acostumbrada a darle la vuelta a las cosas para pintarlas más atractivas de lo que eran en realidad. - A éste le ha pasado como a los del PPK, se lanzó sin tener una idea clara de dónde se metía, pero ha tenido ocasión de enmendar su error sin tener que ponerse cara a cara con un B1, le ha bastado con verlo de lejos. - Guiñó un ojo y se puso en pie sin soltar su café. - Anda, voy a sacar copias del comunicado y enviarlo a las sucursales en tierra seca y a los contactos en la prensa. A ver si hay suerte y lo primero que sale es nuestra versión. - Agitó la hoja que había sacado del cuerpo del escribano. - Y esta noche, nos dejamos a los chicos en casa y bajamos las dos al bar. ¿Una hidromiel en memoria de esos suicidas abrazapulpos?

-Hecho.

9 de septiembre de 2017

M003 - El nombre del autómata

El texto de esta semana es el que presenté al concurso de relatos breves del aniversario de Steampunk Madrid de este año, por San Isidro (15 de mayo) que se celebra siempre con un picnic en el Retiro. El relato tenía que estar directamente relacionado con el evento, así que ahí mandé a mi viajero, un personaje indeterminado que bien podría ser yo mismo (aunque no lo podría asegurar) con un plato para participar en el concurso de este año, que no fue otro que un certamen para elegir la mejor tortilla de patatas. Por supuesto, sin cebolla, digan lo que digan esos radicales confundidos de los concebollistas... El texto es canónico en tanto que habla de Madrid, aunque realmente no añade mucha información, pero reconozco que los árboles modificados para que absorban el azufre y la contaminación del aire me resultan atractivos para utilizarlos en otros relatos.

Detalle curioso, los nombres de los autómatas, Luft y Löffel, son palabras alemanas que muy apropiadamente significan Aire (el piloto) y Cuchara (el cocinero). No son los primeros autómatas con nombres en alemán que han aparecido por aquí: ya en Investigaciones inconclusas aparecen los asistentes personajes de Klaus Knudsen, Helm y Kiel, que están nombrados por los términos náuticos Casco y Quilla. ¿Por qué un empresario de los trenes y los dirigibles tiene autómatas con esos nombres? Es una larga historia ;-)

Alguien me preguntó si el nombre de Ruriek, el autómata de Kassius, significa algo. No exactamente, pero es un juego de palabras. El término robot (no nos engañemos, los autómatas son robots en esencia, solo que no se basan en la electrónica, sino en la electromecánica) para designar a un ser artificial lo acuñó Karel Capek en base a la palabra checa que significa trabajo en su obra Robots Universales Rossum, que se abrevia como R.U.R. Y de comprimir R.U.R. con Capek, salió Ruriek, como referencia al padre de la palabra. Así de sencillo.

Esta semana he estado preparando un par de historias cortas, una donde profundizo en el pasado de nuestro ilustre ingeniero persa, Ujarak Soroush, y la región del mundo de la que es originario, y otra donde el personal de la Compañía del Atlántico Norte se enfrenta a un enemigo nuevo, uno con menos tentáculos de lo habitual pero más problemático.

6 de septiembre de 2017

Rivalidad

Antes de llegar, cuando aún era poco más que un punto blanco en el aire sobre las chimeneas de la ciudad, la aeronave apagó sus motores principales y se dejó llevar por su impulso y por el viento hacia su destino. Descendió en silencio, tanto que los patos del estanque apenas tuvieron tiempo de apartarse volando antes de que su barquilla, muy apropiadamente llamada así, hiciera contacto con la superficie. El lago artificial constituía la mejor referencia posible para cualquier aeronauta, y una pista de aterrizaje de lo más conveniente.

-Hemos llegado, amo.

La voz metálica del piloto hizo que el caballero levantara la vista del diario que venía leyendo sobre el castillo de popa, cómodamente sentado en una silla de mimbre bajo palio, y lo dejara sobre una mesita. En la portada aparecía la apertura de un nuevo túnel para el ferrocarril bajo los Pirineos, el cual había sido inaugurado por Su Majestad Imperial la víspera con gran festejo.

-Gracias Luft, - miró su reloj de bolsillo y luego de vuelta a la proa - justo a tiempo.

El pulido autómata con traje de marino hizo una reverencia mecánica y comenzó sin dilación a lanzar los anclajes magnéticos que debían afianzar la nave al embarcadero. Sobre ellos, la suave brisa mecía la bolsa de gas y a sus costados, el viajero reconoció varios monoplazas aéreos y un convertible de vapor y sonrió con anticipación. Sus rivales ya habían llegado. Se puso en pie de un salto y se estiró mientras inspiraba el aire del parque en aquella mañana. Además de acallar el ruido de los automotores, los árboles del Retiro estaban mejorados para atrapar las partículas y el azufre de la combustión del carbón, y eso se notaba al respirar. Ojalá algún día limpiaran todo el cielo de Madrid.

La hierba y las flores no eran los únicos aromas. Bajó las escaleras hasta la cubierta y la cocina le recibió servicial.

-El plato está en su punto óptimo, ¿cómo desea transportarlo?

El torso sobre raíles de su chef autómata se desplazó con agilidad para dejarle paso cuando se acercó a los fogones ambáricos. El pasajero examinó su trabajo con atención y asintió.

-Buen trabajo Löffel. - Pensó por unos instantes y luego le respondió. - En plato de madera bajo servilleta de tela. Incluye un cuchillo grande y un paquete de palillos, por favor.

-A la orden. - Y el cocinero autómata se puso manos a la obra.

Se atusó el chaleco, se echó al hombro su caja de cromotipos y su trípode, y en cuanto los dos sirvientes hubieron completado sus tareas, el caballero bajó por la pasarela de la aeronave llevando orgulloso su paquete cubierto. Ya desde el muelle, se volvió y les dirigió una mirada confiada:

-Ni esos concebollistas podrán resistirse a ésta.

2 de septiembre de 2017

M002 - El alma de la máquina

Esta semana ha salido publicado en el blog un relato corto bastante anecdótico por sí mismo, pero siempre hay una lectura algo más profunda disponible.

Es una vieja idea que lleva rondando mucho tiempo y que Ilustre Zurda me recordaba de vez en cuando que le gustaría ver ejecutada: El reemplazo. Por fin un punto de vista de un autómata convencional, secundarios silenciosos y discretos en tantos momentos. Reconozco que escribir un relato entero en lenguaje máquina puede hacerlo difícil de leer, pero me parecía una oportunidad buena para mostrar cómo imagino el funcionamiento interno de los autómatas, más allá de conceptos rebuscados como matriz de platino y relés de los microtensores, que suenan muy bien pero no son más que tecnocháchara. Sirve además para profundizar un poco en la idiosincrasia de Folkvanger, puesto que ya en el inicio de La frontera borrosa veíamos cómo le desagradaba que Ruriek le llamara amo. Kassius después de todo es alguien de origen social bajo, hijo de gente sencilla y sin pretensiones. Que esté dispuesto a ir tan lejos como para encargar un nuevo cuerpo al que trasladar la consciencia de Ruriek con tal de que deje de llamarle así supongo que dice mucho de él.

He empezado a darle vueltas a qué sucede con Serena después de su accidentada visita a Viena, por cierto.