23 de septiembre de 2017

M005 - El tiempo es el que es

El relato de esta semana es el que presenté al concurso de relatos cortos de la ESC de este año de Steampunk Madrid, la III Feria Retrofuturista de Madrid, que este año tenía temática de viajes de el tiempo, y por tanto también los relatos presentados. No resultó ganador frente a los otros presentados (que podéis ver en esta entrada del blog de SPM), los cuales os recomiendo leer, particularmente el vencedor del compañero Antonio Torrico.

Para los que ya conozcan lo que llevo escrito, los viajes en el tiempo existen en mi mundo, mostrados de momento con la línea de Jorgen Knudsen y personajes asociados. Curiosamente, Jorgen apareció hace un año, cuando en la ESC anterior hubo un concurso de microrelato. Escribí un texto de 300 palabras que finalmente decidí no presentar a concurso, Información privilegiada, pero acabó convirtiéndose en el epílogo de Investigaciones inconclusas, que aquí se reaprovecha todo. En ese primer texto no tenía ni nombre, pero ya estaba pensado y también a grandes rasgos su historia, cuando en El valedor de acero se habla del físico del Consejo desaparecido en circunstancias misteriosas.

Escribir Sal y pimienta me ha valido para explorar la dinámica entre nieto y abuelo de ambos personajes, que se esboza en Investigaciones inconclusas, pero también el hecho de que la concepción de los viajes en el tiempo que empleo es la de “la historia no puede alterarse”. En la mayor parte de ficciones, lo contrario suele funcionar mejor, como nos demuestra cierto Ministerio patrio, y se suele reservar la del pasado inalterable cuando se quiere dar más fuerza a la historia y sus implicaciones que al hecho del viaje en el tiempo sus consecuencias sobre la realidad y los personajes. No es lo mismo mandar a alguien al pasado y describir cómo altera eso el transcurso de la historia, que enviar a alguien al pasado y explicar que en realidad está cumpliendo lo que debería pasar inevitablemente. Pienso además que jugar con las lagunas de los personajes (y los lectores) es más satisfactorio que dar carta blanca para alterar la historia, y de la misma manera, cuando un personaje dispone de información selecta para usar en su propio beneficio, eso no necesariamente hace la historia menos interesante, como intento transmitir con este relato. Y ya de paso, me sirve para ir picando con la vida de Klaus, que ha sido de todo menos aburrida, y eso que apenas la tengo esbozada.

Estoy empezando a explorar Madrid. El de este mundo, claro. La pregunta más difícil que tengo que plantearme ahora es... ¿cómo hubiera afectado a España llevar 300 años junto a Portugal? Porque influencia cruzada hubiera habido necesariamente, si desde 1580 pasara a estar bajo Felipe II, pero no se perdiera esa unión bajo Felipe IV en 1640, sino que en pleno siglo XIX siguieran unidas. Creo que es una idea que he expresado de palabra más de una vez pero nunca por escrito (salvo en la página de "Sobre la obra y el autor" del blog, y sólo de pasada) Tampoco ha salido en ningún relato; en este mundo Felipe IV se las apañó para retener Portugal bajo su mando haciendo una serie de concesiones que permitieron continuar con la unión. Entre muchas otras, pasó a conocerse al reino como Imperio Ibérico, en lugar de Imperio Español, con posesiones en ultramar que equivalen a Centroamérica, porciones de África, y asentamientos dispersos en el Índico y Oceanía. Y por otra, forzó a que el rey de Madrid siempre se tuviera que casar con una noble portuguesa, con lo que acabó de un plumazo con el problema clásico de la endogamia (que en nuestra realidad tristemente daría al traste con su propia casa real sin ir más lejos en su hijo, Carlos II en Hechizado) Es una solución incluso elegante, si se me permite decirlo, para cambiar la historia cómodamente sin alterar más que una cosa. Pero bueno, no todo van a ser sesudas reflexiones político-sociales en una ucronía. También hay que darle a este otro Madrid una idiosincrasia especial, algo que le distinga del resto de ciudades de su época y mundo, y alguna idea tengo ya. Por el momento, sólo diré que un Madrid steampunk sin su metro estaría incompleto, aunque en la realidad éste no llegara hasta el siglo XX. Pero en el steampunk, ya se sabe, no hay nada imposible.

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