Dresdnerwulf es un proyecto personal sin más ambiciones que aprender y pasarlo bien. Apareció en el marco del blog de la Asociación Steampunk Madrid, donde se publicó su primer relato y muchas otras historias y detalles con el paso del tiempo, y en el cual siguen apareciendo. Gracias al administrador del blog y a muchos amigos de la asociación que animaron a continuar ampliando aquel mundo, éste fue creciendo en personajes y detalle a través de distintos textos. Entre las entradas se pueden encontrar algunas de las magníficas ilustraciones creadas por Cecilia Cuesta, bajo la etiqueta Ilustre Zurda, para llenar de vida y color al universo en que transcurren las historias. El proyecto sigue vivo a día de hoy, y este blog pretende servir para dar a conocerlo.
El mundo en que transcurren los relatos es una versión alternativa de nuestro siglo XIX... con unas cuantas diferencias apenas dignas de mención. Al margen de los trenes y dirigibles esperables en el steampunk, existen autómatas, krakens en el Atlántico Norte y sus parientes voladores en las estepas de Asia, una isla flotante que recorre el mundo con sus potentes motores, ruinas de una enigmática civilización perdida esparcidas por todo el globo,... De alguna forma, Dresde (Sajonia) se ha convertido en un polo científico en una realidad donde Napoleón nunca fue Emperador, donde los Austrias siguen gobernando Iberia (porque Portugal y España siguen unidos) de la mano de la Inquisición (liderada por Jesuitas), y donde el Imperio Austrohúngaro es más grande e inestable que nunca; mientras, al otro lado del océano el Incanato de Oro presentó un frente unido porque comerciantes chinos habían traído armas de fuego por el Pacífico justo antes de la llegada de los conquistadores occidentales a Sudamérica, y en las llanuras de Norteamérica los nativos tienen su frontera con los estados semicoloniales que ocupan la coste este del continente, como Nova Francia y Nova Eire.
El mundo en que transcurren los relatos es una versión alternativa de nuestro siglo XIX... con unas cuantas diferencias apenas dignas de mención. Al margen de los trenes y dirigibles esperables en el steampunk, existen autómatas, krakens en el Atlántico Norte y sus parientes voladores en las estepas de Asia, una isla flotante que recorre el mundo con sus potentes motores, ruinas de una enigmática civilización perdida esparcidas por todo el globo,... De alguna forma, Dresde (Sajonia) se ha convertido en un polo científico en una realidad donde Napoleón nunca fue Emperador, donde los Austrias siguen gobernando Iberia (porque Portugal y España siguen unidos) de la mano de la Inquisición (liderada por Jesuitas), y donde el Imperio Austrohúngaro es más grande e inestable que nunca; mientras, al otro lado del océano el Incanato de Oro presentó un frente unido porque comerciantes chinos habían traído armas de fuego por el Pacífico justo antes de la llegada de los conquistadores occidentales a Sudamérica, y en las llanuras de Norteamérica los nativos tienen su frontera con los estados semicoloniales que ocupan la coste este del continente, como Nova Francia y Nova Eire.
Eric Rohnen es el pseudónimo de un steamer de Steampunk Madrid. Parte del grupo desde 2015, en él se sumerge en ese ambiente de vapor, engranajes y krakens que con tanta facilidad hace volar la imaginación.
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